Sin embargo, y aun con esa falta de confianza, Amado apuntó que casi la mitad de las fuentes consultadas por el trabajador de prensa, en la Argentina, representan al poder estatal o a los partidos políticos, seguido por el uso de “fuente anónima” que en muchísimos casos también refiere a referentes del Estado y de los partidos políticos.
Agregó, por otro lado, que en los diarios de mayor circulación en la Argentina, Clarín, La Nación, Página 12 y Diario Popular, casi la mitad de las noticias se sustentan en una fuente única, desmintiendo en los hechos el manual elemental del oficio que aconseja la consulta a dos o tres fuentes.
Amado añadió que el oficio ha cambiado sustancialmente por las mayores complicaciones de acceder a la fuente en una tendencia creciente de la divulgación oficial de información “enlatada”. Y que impera, en este marco, el “copy –paste” de medio a medio de la misma noticia, con el mismo título, en un escenario que se explica, además, por la confianza que entre los periodistas tienen los medios aun cuando saben cabalmente la dudosa calidad de lo que se publica.
Tras describir, además, la caída persistente en la práctica de leer noticias, se preguntó por el devenir del periodismo cuando “el trabajador de prensa no puede preguntar a la fuente, no se basa en la iniciativa propia, tenemos una sola versión del asunto que no es la versión del periodista si no, en la mayoría de los casos, la versión de la fuente que aporta la noticia” que en la mitad de los casos es fuente del Estado o de los partidos políticos.
No está ajeno al escenario complejo, nuevo y de profunda crisis la explosión de las redes sociales en el mundo que se constituyen en el canal de circulación de información. Esta situación, ubicó al periodista en otro rol más de “procesador” de datos que circulan en un presente en el que hay “una uberización del periodismo” con lo cual, así como cualquiera “hace unos pesos con su auto”, cualquiera “produce y pone a circular” una noticia haciendo las veces de periodista.
